miércoles, 29 de mayo de 2013

Fascinaciones eléctricas






    Corro por el prado de alambre de espinos, es de noche, los cazadores me persiguen. Brillan las agujas metálicas, aúllan los hambrientos lobos negros.

     
    La vorágine salvaje me obliga a gritar de forma violenta.

     
    La tormenta acude a la llamada, los relámpagos acechan. Fascinaciones eléctricas, perturbaciones internas no clasificables.

     
    A mi espalda saltan los cepos para osos; se escuchan los gritos de dolor. Los cazadores están siendo cazados, caen en sus propias fullerías.

     
    Siento como la electricidad recorre mi endurecido cuerpo fibroso. La fuerza azul da nombre al poeta. Corro desenfrenadamente, sin control, agitando los brazos. Pienso en la densidad de mis cavilaciones y suspiro, sin embargo sigo corriendo sin descanso, sin mirar atrás.

     
    Atravieso la zona pantanosa; el lodazal se electrifica. Los pocos supervivientes siguen empeñados en darme caza, pero se funden con el sedimento. El cielo se vuelve azul añil, la noche se toma una breve pausa. 

     
    Camino en soledad; me dejo abrazar por el bosque, sonrío, lloro, gruño. La tormenta descarga con fuerza millones de gotas congeladas. El cieno chilla.

     
    La manada marcha a mi lado: lobos negros, fascinaciones eléctricas, arcilla viva, cientos de chillidos y un mar de magma que deshace el hielo. Todo fluye.

     
    Observo el humo, la calma, las huellas. Disfruto del silencio que me otorga la buena música y avanzo en paz. Mi cavidad craneal es un acontecimiento asombroso, grande, la harmonía del rayo final.

     
    La fascinación me embarga, me embriaga. Las trampas del trueno han ejercido de turbina, de dinamo sensitiva. Ahora los renacuajos se transformarán en veraces aves de rapiña.

     
    Las leyes de la física son la gran mentira de los grandes sueños. Lo único cierto es eléctrico, azul y puro. La sugestión se expande a golpe de metáfora.

 Dr. Irreverente: terror electric colection  


viernes, 24 de mayo de 2013

"Ensayos irreverentes VI"



-Inciso número ocho-
   
    Llevaba mucho tiempo sin aburrirme, pero aquel día fue diferente.
    Me quedé a solas con el sol abrasador de primavera, ella tenía que trabajar. Había tanta luz que la inspiración era invisible. Las máquinas me guiñaban el ojo. Estaba tentado por la desidia. Intenté escribir algo, no sé, cualquier cosa, algo, pero las musas retozaban desnudas por un prado de satisfacción plena, ellas disfrutaban de su día libre, pasaban de mí ampliamente, me daban la espalda. El mundo se me venía encima. Pensé en hacer cosas, y las hice; pensé en leer, pero no leí. Al final me senté frente al televisor, puse un partido de baloncesto y abrí una cerveza de las buenas, bien fresca, triple malta.
    Por la noche analicé el día, “¡Vaya mierda!”, me dije, “el aburrimiento es un estado de ánimo”, repensé. Todas mis neuronas se enchufaron una dosis de adrenalina: el baile de ideas empezaba. Las musas se levantaron de golpe, se miraron unas a otras y cogieron sus vestimentas. Algunas reían a carcajada limpia, debía ser la desnudez, el suspiro de la vergüenza, el sexo, el calor de la piel ajena, las miradas lascivas. Agarré el pequeño cuaderno de la mesilla y me puse a escribir.
    Pensamiento en tiempo real: siempre he aprovechado la noche para hacer análisis tontos. A veces camino por la calle y vienen a mi cabeza extrañas ideas absurdas. Por la noche todas esas ideas vienen al casting. Las musas eligen y mi mano ejecuta. Soy una máquina, las ideas me utilizan, las musas usan mis cualidades.
    Me gusta ver como se desnudan las musas.

miércoles, 15 de mayo de 2013

"Ensayos irreverentes V"




Las máquinas, el mundo y el arrendado  cráter ionizado…
Conceptos vitales, ruinas especulativas
y
ripio

Por el Dr. Irreverente




-Inciso número seis-      
   
    Despierto con el inconfundible sonido estridente del asqueroso y arrogante despertador. Pese a la dureza de la frecuencia avisadora me repongo y enciendo la luz de la mesilla, una lámpara rollo japonés. Primero el pie izquierdo, igual que todos los días, y después el derecho. La sangre empieza a circular, y ciertos glóbulos transportan el odio que siento por todo mi cuerpo. Odio el mundo.  
   
    Dramatización: “El pijama está totalmente sudado, ¡MIERDA!; estoy empalmado, ¡MIERDA!; necesito cepillarme los dientes y darme una ducha, ¡MIERDA!; pero, ¿por qué demonios tengo que ir a trabajar si quiero escribir?; soy el doctor, soy el doctor; ¡AH! ¡MIERDA!, ¡Qué os jodan! ¡Qué te jodan!”.
   
    No hay nada que temer, la noche aúlla y los gatos gritan y lucen inflados rabos. El celo nocturno de las hembras chillonas y esbeltas es el dueño de los callejones. Ellas mandan.  
   
    Pensamiento espontáneo: el camino que conduce a la parada del autobús favorece a mi locura y realza mis ojos. Es perfecto.
   
    El autobús es un ecosistema por sí mismo. Todos los días las mismas caras y alguna nueva. A veces siento el miedo de los demás, temen el futuro, el progreso. Cuando suena mi despertador viene a mi mente el miedo ajeno y siento asco y pena. Lo siento, no era mi intención ofender.
    He pensado muy seriamente dejar de escribir esta bazofia; aunque lo he leído mil veces y me gusta, son mis verdaderos pensamientos divergentes diarios. La conspiración absurda nos persigue a todos.
Fuck you!!

jueves, 9 de mayo de 2013

"Ensayos irreverentes IV"

Las máquinas, el mundo y el arrendado  cráter ionizado
Por el Dr. Irreverente





-Inciso número cuatro-
     

    He tenido grandes diferencias con grandes amigos, y grandes amigos distintos. Soy un filósofo con piel de cordero, un poeta que viaja montado en una alfombra mágica. Poeta eléctrico, Dr. Irreverente, Sr. Oscuro; soy una especie de diablo violeta pálido, un demonio índigo. “La locura llamó a mi puerta y abrí medio desnudo”.
    Nunca me gustó la imagen de la bruja montada en una aspiradora. Una máquina que se alimenta de basura y una bruja moderna, menuda efigie. No puede ser, ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esta basura, creo que necesito una aspiradora virtual para palabras sinsentido.