En
un alarde de empujar las carreras literarias de Oscar Ryan y Juan Cabezuelo,
ejerciendo de editor y amigo, voy a entrevistarles para que conozcáis un poco
mejor sus trabajos, intenciones y objetivos. Aunque es mucho lo que puedo decir
de ellos, prefiero que sea de sus bocas, puños y letras lo que llegue a
vosotros.
Hoy Oscar Ryan:
Contestarme los dos. ¿Qué os ha llevado a
escribir a lo largo de los años? ¿Cómo es que no os habéis rendido?
Hola
Jefe:
Lo cierto es que lo primero que escribí fue
una obra de teatro en quinto de E.G.B., para una representación de fin de
curso. Trataba sobre un muerto al que no le dejaban entrar ni en el infierno ni
en el cielo, y tramaba un plan para que lo aceptasen en alguno de los dos
lugares (ya desde niño me interesaba este tema). Después tuve un larguísimo
parón hasta la edad adulta. No sé cuál fue el motivo, pero volví a escribir.
No me rindo, por el momento, ya que me
divierte escribir. No me lo tomo como un trabajo, sino como un modo de pasármelo
bien. En cierta manera es una actitud egoísta, ya que escribo para mí y para
los amigos del círculo que formamos. No obstante, toda venta externa es muy
bien aceptada… Jajaja.
Ya sabéis que estoy enamorado de vuestros
trabajos por infinidad de motivos, uno de ellos es que sois autores de subsuelo
con una capacidad única para contar historias dispares que sobrevuelan la
etiqueta de género. ¿Cómo os veis a vosotros mismos? ¿Y dentro del sistema
editorial-comercial-literario? ¿No creéis que apesta un poco?
Me
veo a mi mismo, gracias a la edad y a la inexperiencia adquirida (muy a mi
pesar) con el paso de los años, como un “pasota”. Ya nada me contenta ni me
llena. Todo me da exactamente igual, menos intentar hacer agradable mi vida en
esta mierda de mundo. Por tanto, ni me interesan las etiquetas literarias, ni
triunfar en la literatura, ni bobadas de ese tipo. Amigos, cigarrillos, rock
ando roll y bourbon, eso sí me importa. Lo demás se lo pueden meter por el culo
todos los “busca famas” pajilleros que encontramos por las redes sociales.
Seres anormales sin clase, elegancia, ni nada que decir, pero que se consideran
a sí mismos el centro del universo.
Parece que para vender hay que ser autores
supercalifragilisticosespialidosos, tener una flor en el culo y el pelo con los
colores del arcoíris. ¿Cuál es vuestra visión?
Te
traduciré “supercalifragilisticoespialidoso”: Tonto del culo repipi. Sí, hay
mucho autor de ese tipo. Tener una manada (término que últimamente ha adquirido
un mal significado) de bobalicones que te ríen las gracias, no significa que
tengas talento. Puedes tenerlo, sin duda, pero esto no te lo asegura
automáticamente. Estoy francamente agotado de las idioteces de algunos, de cómo
creen que son antisistema, de cómo se consideran autores rebeldes y no son más
que inútiles pagafantas. En mi época
la rebeldía se mostraba partiéndole la cara a alguien, corriendo delante de la
policía, rompiendo la vidriera de un banco. En definitiva, exponiéndote a que
te rompieran el alma y el cuerpo de un garrotazo. Me dan asco los rebeldes de
sofá delante del ordenador. Valientes de opereta.
Venga, dos novelas indispensables para
vosotros, que volveríais a leer una y otra vez, y ahora dos novelas de autores
desconocidos para el gran público.
Siempre
contesto lo mismo cada vez que me lo preguntan. Una es la primera novela que
leí de niño; “Moby Dick” de Herman
Melville. Después de leerla tuve pesadillas y no sabía por qué, hasta que me di
cuenta (años después) que el autor había dibujado un personaje que era yo. El capitán Ahab es mi alma gemela. Alguien
que puede tirarse por un barranco, luchar hasta morir, lograr que mueran los
que le siguen por conseguir su objetivo, aunque este no tenga valor. La estupidez
y la obsesión sin límite han marcado siempre mi modo de ser. La segunda es
“Johnny cogió su fusil” de Dalton Trumbo. La idea de un soldado que se queda
ciego, sordomudo, y sin extremidades, que se encuentra solo en una tétrica
habitación de hospital intentando comunicarse con el mundo exterior, me pareció
deliciosa. En cierto modo, salvo por cuatro amigos contados, yo me siento así
en este mundo.
En dos líneas. ¿De qué van vuestros dos
últimos trabajos, publicados con Open City, y por qué tiene que leerlos la
peña?
Mi
último trabajo, “Luz en el lado oscuro”, debe leerlo la gente que desea tener
un punto de vista alternativo sobre la “Biblia”. La historia siempre la cuentan
los vencedores, y esa versión es la que conocemos. En esta novela es el Diablo
quien nos cuenta el motivo de la guerra celestial, cómo es Dios, y sobre todo,
cómo desde el cielo rigen el destino de los humanos sin contar con nosotros.
¿Creéis que vuestro mensaje es captado por
el público?
Para
que alguien capte mi mensaje se tendrían que combinar varios factores. En
primer lugar que yo tuviera un mensaje, y en segundo lugar que hubiese alguien
para captarlo y entenderlo. Ni yo tengo mensaje, ni publico para captar las
tonterías que escribo. Y mucho menos para entender algo que no comprendo ni yo.
¿Es difícil compaginar una vida medio
normal con la faceta de escritor?
Nunca
he tenido una vida medio normal… Jajaja. Ser escritor (título que me queda
grande) no es compaginable con nada, y lo es con todo al mismo tiempo. Yo creo
que no se debe pensar en que se es escritor, se escribe y punto.
Sí o no: ¿Volaríais el mundo en pedazos si
estuviese en vuestras manos? ¿Por qué? ¿Vuestra literatura es un poco esa bomba
nuclear capaz de hacerlo?
Si,
volaría el mundo en pedazos. Quien haya leído mis novelas sabe que soy muy
capaz de hacerlo. Siempre he pensado que si un día decido suicidarme no me iré
solo (hay mucho gilipollas que me gustaría que me acompañara en el viaje)
Nuestro
mundo da asco. Sin embargo, en el fondo de mi ser, continúo siendo un
sentimental, y creo que la raza humana tiene algo por lo que luchar y por lo
que mantener la esperanza.
Os dejo decir lo queráis, estáis en casa:
Pues
seré sincero. Gracias al grupo de amigos que hemos formado (para mí una de las
pocas cosas buenas de internet) mantengo las ganas de seguir escribiendo y de
leer. Muy probablemente en otra época y en otras circunstancias, en las que no
tuviésemos redes sociales, habría tirado ya la toalla. Creo que la creación del
sello Open City ha sido un acierto. Tal vez no económico, pero si en lo
personal. Nos hemos juntado una serie de escritores atormentados, y eso es
posible que no se traduzca en ventas, pero desde luego, si en poder debatir,
charlar, y soltar toda la mierda que llevamos dentro y nos estaba asfixiando.
Gracias
a ti Daniel que eres el alma y el artífice de todo esto.