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J. Daniel Aragonés Cuesta
martes, 27 de enero de 2015
Crónicas del pantano II: Óxido.
Óxido
Fredek, un asesino “jubilado”, intenta escapar de su sino, pero le es totalmente imposible. La bestia que lleva dentro no puede ser gobernada, y acude a la cruel llamada del pantano sin pensar en las consecuencias. Se deja arrastrar por el cebo más cruel que un cazador puede usar: el afecto, el amor, la unión.
En un momento de la trama, nuestro protagonista conoce a una joven de carácter vivaracho, con un pasado que desea borrar para siempre. A raíz de ahí, entre ellos se crea un vínculo indestructible y mágico. El único objetivo del personaje principal es salvar a la joven. Y para ello tendrá que adentrarse en las entrañas de un pantano que parece tener vida.
En Óxido se narra el proceso de una búsqueda salvaje. La salvación de un alma maldita está en juego. La purga ha comenzado.
Se trata de la segunda parte de las crónicas del pantano, el nexo de unión entre todas las historias que componen la trilogía. Óxido es la purga, el barrido, el exterminio, el principio de otro final.
El concepto de la obra nos adentra en un mundo totalmente surrealista y oscuro.
Sexo, muerte, recuerdos del falso pasado, angustia, adrenalina, conversaciones fugaces y anárquicas, intriga y mucha sangre.
ISBN: 9788415079415
Editorial Alfasur
Precio: 10 euros.
Se puede pedir por correo (llamando al 91 692 28 88), o encargarla en tu librería.
lunes, 12 de enero de 2015
Noticias de la campiña
Phil el pescador no da crédito. Dice haber visto un robot de
ratón de campo por los alrededores del embalse de Valmayor. Es más, al parecer,
el pequeño autómata estuvo fastidiando a Phil su maravilloso día pesca,
incordiando, tirando de las cañas, pinchándole las latas de cerveza y
triturando su cebo.
Palabras de Phil: “Bien
es cierto que iba un poco borracho, o achispado, cuando vi al bicho cibernético.
Pero puedo asegurar que lo vi. Incluso le saqué una foto. Ese bichejo me jodió
el día, sí. Y no estaba solo, creo…”.
Según fuentes cercanas, una plaga de máquinas roedoras
amenaza con destruir al ser humano. Ya son varios los testigos que aseguran
haberse topado algún ratón cibernético.
Desde la redacción de la campiña pedimos disculpas por no
poder ofrecer más información.
Fotografía:SNK
miércoles, 7 de enero de 2015
Testimonio del bosque:
Me llamo Peluchín, y soy un oso pardo de cuatrocientos kilos de peso,
ahí es nada, chavales y chavalas. Tengo unas garras increíbles, eficaces
y fatales. Soy una bestia salvaje. Sí, en efecto, soy un arma mortal.
Pero, ¿me veis por ahí matando a montañeros o comiendo bebés humanos o
masacrando grupos de ciclistas o partiendo por la mitad a esquiadores
despistados? No, ¿verdad? ¿Sabéis por
qué? Porque no soy un jodido psicópata (solo a veces, la época de
apareamiento es muy mala). No pertenezco a la familia de osos que
ayudaron a Eliseo (asesinos a sueldo bíblicos). Vivo mi vida. No soy un
oso estadounidense de esos que va rebuscando en los contenedores de los
pueblos, o robando la comida de los campistas. Vivo mi vida sin joder a
nadie, y reciclo, que lo sepáis (ja, ja, ja). Lo de reciclar es una
forma de hablar, la basura que genero es orgánica.
Pues eso: si me veis en la oscuridad del bosque, no corráis… (ja, ja, ja… mejor corred).
lunes, 5 de enero de 2015
15
La sociedad, el
individualismo del sujeto, el frío invernal, la codicia, la libertad oculta.
Almas descarriadas del sistema. Políticos desquiciados, prepotentes y sin
principios demostrables. Vientos económicos capaces de devastar sociedades
enteras. Divergencia falsa. Todo fluía por las alcantarillas de un régimen
devaluado e inútil. Las oportunidades no existían como tales, eran reflejos del
pasado, flecos mohosos de lo que ya no sería. Miles de familias se debatían
entre el comer y el dormir bajo un techo libre de goteras. Los niños jugaban,
pero también pensaban en cosas de adultos; lanzaban piedras al futuro, se reían
de las normas y meaban en latas vacías y oxidadas. Los gatos eran mucho más
astutos. Las palomas expulsaban sus heces sobre el asfalto, sobre las páginas
grises del diario de la niña que no dormía. Era la pesadilla de una crisis
cruel, de una ciudad anclada en la adversidad. Y luego estaba la doble moral,
algo parecido a una persecución entre lobos extasiados, voraces y con hambre de
yugular.
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