Las máquinas, el mundo y el arrendado cráter ionizado…
Conceptos vitales, ruinas especulativas
y
ripio
Por el Dr. Irreverente
-Inciso número seis-
Despierto con el inconfundible sonido
estridente del asqueroso y arrogante despertador. Pese a la dureza de la
frecuencia avisadora me repongo y enciendo la luz de la mesilla, una lámpara
rollo japonés. Primero el pie izquierdo, igual que todos los días, y después el
derecho. La sangre empieza a circular, y ciertos glóbulos transportan el odio
que siento por todo mi cuerpo. Odio el mundo.
Dramatización: “El pijama está
totalmente sudado, ¡MIERDA!; estoy empalmado, ¡MIERDA!; necesito cepillarme los
dientes y darme una ducha, ¡MIERDA!; pero, ¿por qué demonios tengo que ir a
trabajar si quiero escribir?; soy el doctor, soy el doctor; ¡AH! ¡MIERDA!, ¡Qué
os jodan! ¡Qué te jodan!”.
No hay nada que temer, la noche aúlla y los
gatos gritan y lucen inflados rabos. El celo nocturno de las hembras chillonas
y esbeltas es el dueño de los callejones. Ellas mandan.
Pensamiento
espontáneo: el camino que conduce a la parada del autobús favorece a mi
locura y realza mis ojos. Es perfecto.
El autobús es un ecosistema por sí mismo.
Todos los días las mismas caras y alguna nueva. A veces siento el miedo de los
demás, temen el futuro, el progreso. Cuando suena mi despertador viene a mi
mente el miedo ajeno y siento asco y pena. Lo siento, no era mi intención
ofender.
He pensado muy seriamente dejar de escribir
esta bazofia; aunque lo he leído mil veces y me gusta, son mis verdaderos
pensamientos divergentes diarios. La conspiración absurda nos persigue a todos.
Fuck you!!
Pues el día que dejes de escribirlos te pueden dar por el culo, literariamente hablando jajajajaja. B.M.
ResponderEliminarNo quiero ser taladrado... jajajaja
EliminarPersonalmente me encanta. :)
ResponderEliminarMuchas gracias, es mucho más que un placer. Abrazos.
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