Callejón sin salida (sexto día)
Creo que la locura estuvo de juerga conmigo el otro día. Estoy
absorbido por la locura. La locura lo cura todo. No me parece un trauma estar
en el paro, es de locos, el trauma son las consecuencias que provoca no tener
dinero. El sistema nos necesita más que nosotros a él, se puede sobrevivir. Hay
que evitar darle la mano a la ignorancia.
Una cosa tiene que quedar
clara: esto no es un relato convencional, es un diario discontinuo. Hoy hablo
de política, mañana cuento una anécdota, y así cada día. El hilo conductor es
el mismo: la sociedad, y las trampas del sistema.
*
Por la noche me pierdo mirando en los escaparates, y no es algo nuevo,
me pasa de toda la vida. Me dan pena los negocios que usan un cierre metálico,
eso significa que por la noche mueren. No es fácil caminar por la calle y ver
lo que veo. Me gusta la parte nocturna de la ciudad, es diferente. Me levanto a
las cinco y media de la mañana. Me ducho. Preparo un café. Hago de vientre.
Saco un cigarro. Me lo fumo. Limpio mi orificio de salida. Dejo la taza en la
cocina. Imagino la película francesa más odiosa. Agarro el pomo con un
pensamiento único: costumbrismo estúpido. Abro la puerta. La cierro. Suelto una
flatulencia, dirigida al sistema más básico: la comunidad de propietarios.
Salgo a la calle y me fumo el cigarro. Al soltar el humo me siento libre. Soy
el Sr. Humo, y ya no tendré que volver jamás a esta casa, al menos durante unas
horas. Busco una cabina de teléfonos. Llamo a un taxi. Espero su llegada y fumo
otro cigarro. ¿Dónde voy? Al infierno, el lugar del que procedo.
Fin
(continuará en un contenedor de basura, pero eso será en el futuro)
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