viernes, 17 de julio de 2015

Inyección letal II



“Nadie puede mirar a un ser acabado y decirle que desaparezca; nadie es capaz de abandonar la espiral del caos y olvidar lo que allí vio; nadie tiene derecho a escupirme sus burlas descaradas y luego pensar que la balanza del caos no va a buscar una venganza desequilibrante y esquizofrénica”
J. Daniel Aragonés Cuesta (Basura no compartida)




Inyección letal I


"La noche nunca arropa al que tiene frío: la noche perturba al perturbado y ciega al que busca la luz."
J. Daniel Aragonés Cuesta (Basura no compartida)



lunes, 6 de julio de 2015

Atardeceres intracraneales (Electrocuciones irreverentes)




Pasean las sombras funestas a la caída del sol. Arde el asfalto.

Me temo que el calor se ha establecido bajo las alcantarillas. Los vapores reflotan y arrastran palabras de rata que cortan como navajas de fígaro. Todo es mentira, una metáfora convertida en sanguijuela.

Las tapas de metal pesado levitan, parecen cenizas esquivas llevadas por el aire.

La noche aguarda, las costumbres pesadas avanzan.  Los bebes dopados corren campo a través perseguidos por sus infieles madres narcotizadas. Todo va bien, la historia transcurre de forma normal.

Debo parar en algún bar oscuro, en algún antro con asientos para víctimas desalmadas y aburridas.

Recuerdo el lugar, está detrás del amasijo de hierros oxidados que en su día fue una torre publicitaria. Pediré una cerveza fría y dejaré pasar otro número.

De todos los atardeceres me quedo con el intracraneal.

La tasca es una caverna llena de barbudos con cara de poco amigos. No quiero líos, solo una cerveza fría. Al fondo hay un pequeño hueco oscuro, mi sitio.

El atardecer intracraneal fluctúa entre la espuma y agoniza en la cerrazón de una jarra vacía. Se rompe el espejo que observa mi locura, explotan las botellas de marca blanca.

El atardecer muere. Comienza una nueva era.



domingo, 5 de julio de 2015

Sórdido: Crónicas del pantano III





Por fin está en la calle la última novela de la saga del pantano. Al igual que sus hermanas, “Creosota” y “Óxido”, se trata de una historia independiente. 



Los personajes de Sórdido son conscientes de la peculiaridad de sus trabajos, siempre a expensas de sus teléfonos rojos y de las repetidas llamadas. Lo que no saben es la naturaleza de la empresa para la que, supuestamente, trabajan.

El surrealismo y la ciencia ficción se hacen con los mandos de la trama y, de una forma peculiar y eléctrica, nos hacen comprender el mundo paralelo que coexiste en el pantano. Sin abandonar la temática criminal, el autor nos introduce lentamente en una atmosfera que bien podría catalogarse de abstracta y espesa.

Encontrarás locura, diálogos locos, amistades imposibles, sexo, violencia y planteamientos impensables.