jueves, 15 de octubre de 2020

Interview with the Franky (Francisco Santos Muñoz Rico)

 

Con motivo de su nuevo lanzamiento literario (Trozo de carne), entrevisto a Franky (Francisco Santos Muñoz Rico), un tipo que se ha ganado un hueco en mi apretada vida de padre primerizo. Joder, me siento como el maldito Hunter S. Thompson, un tiburón a la caza de grandes respuestas, hundido en un mar de virus latentes y prostitución política.    
    Ahora en serio, es evidente que si hago esto es porque me puede la curiosidad y no encuentro mejor manera de cotillear que esta. Al margen, no lo haría si no viese algo especial en esta persona, igual que me pasó en su día con Juan Cabezuelo o con Oscar Ryan (grandes amigos a día de hoy). Por supuesto, estamos hablando de un autor de calidad. Pero no sólo es eso, se trata del trasfondo de su obra, de la osadía, del descaro, de la capacidad de improvisación. Sus textos dicen algo que no voy a desvelar, son ricos, densos, como viejas pócimas de brujas. Poseen la riqueza costumbrista de la literatura rusa y el descaro y la crudeza de Fante o Bukowski. Con un estilo propio y dinámico, Franky envuelve su obra en una pátina intelectual muy interesante y cargada de humor negro. Es triste decirlo, pero es un escritor que merece estar en los estantes de cualquier librería, sin embargo, no está ahí. Estamos ante otro de los olvidados, un desconocido.

    Como editor me encantaría quedarme con este autor y perderme entre sus párrafos, maquetar su obra como se merece y dejar que el viento arrastre su fuego literario contra vuestros indefensos y absurdos rostros. Abiertamente, me declaro fan de este pedazo de autor.


Voy al grano. En primer lugar, un saludo, Sr. Le Marchant, espero que estés bien y con ganas de ser tú mismo. Te lanzo la primera preguntilla de tiburón caduco: 


¿Quién es Franky?

    

Franky es el eterno frustrado melancólico a veces, y a veces el destructor de mundos. Es decir: un tipo cualquiera. Ya he hecho ese descubrimiento cardinal que todo hombre debe hacer: estoy de paso, mi estela será fugaz, pero me comporto, o procuro hacerlo, como si esa estela fuera a permanecer eternamente.

 

¿De dónde ha salido el autor que llevas dentro? ¿Cómo ha permanecido oculto todos estos años?


Escribir siempre ha formado parte de mí, como hacer música, pelear o salir a correr, y mal que bien lo hago: por necesidad.  En palabras de Garcilaso y dirigiéndome a la escritura le digo: por hábito del alma misma os quiero. Soy un lector voraz, puede que ese sea el germen de mi yo escritor: creo que soy escritor desde que a los trece años leí en apenas un suspiro Crimen y Castigo. A partir de entonces no han pasado tres días sin que escriba algo, un poema, un cuento, una canción.

    Lo de darme a conocer surge de una borrachera: mi primo me cogió el teléfono y me hizo una cuenta de Instagram; poco a poco fui encontrando gente por ahí con la que hablar de libros, y conocí la figura trágica y quijotesca del “autopublicado”. Y lo cierto es que el descubrimiento cardinal que me llevó a sacar mi material a la luz fue le lectura de tu “Decadencia”, de ahí que te dedique esta última publicación. Hasta hace exactamente un año, pues, yo no tenía redes sociales, y por tanto: no existía para el resto del mundo.

    Como curiosidad: Trozo de Carne la mandé a una editorial, no recuerdo cuál, y me respondieron que resultaban ofensivas algunas partes, que se plantearían publicarla si las eliminaba, ja, fue mi triunfo editorial, después mis libros sólo se los enseñé a un par de personas, mi hermano, mi mujer…

 

¿Alguna influencia destacable?

 

El terror es esencialmente “mi salsa” y puedo decir que soy un experto en el mismo, pero es muy vasta mi biblioteca mental. Sin embargo hay un escritor, que conozco muy bien, del que a veces veo que mis textos se nutren sin duda: Julio Verne, igual de denostado que de amado; mi prosa es verniana a veces, o eso veo yo. El otro fantasma que veo, e invoco conscientemente, en mis escritos es Robert Howard. Por supuesto: clásico que me nombres lo he leído: Borges, Lovecraft, Dickens, Stevenson, Chesterton, Zola…

 

¿Te preocupa la sociedad en la que vivimos?


Apenas, soy un alegre paria.

    Lao Tze dice, parafraseo: si el pueblo no conoce a sus dirigentes el gobierno es bueno, si los nombres de los dirigentes están en boca del pueblo, el gobierno es malo. Pues es así de sencillo.

    Yo ya no me ocupo más que de enseñar lo que sé a mis hijos, en prepararlos para la paz y para la guerra.

    Desde luego: en torno de mí la sociedad cambia, y con eso me basta.

 

¿Cree Franky en el amor?


Sí. Amo a mi mujer y a mis hijos, los amo como B. B. King ama el blues: cada día. Soy una caja de bombas, y en realidad lo más lógico del mundo es que Marina me hubiese dado la patada hace tiempo, pero ella también me quiere.

    También amo a todos mis amigos, a ti te amo, joder.

 

¿Por qué te lanzaste a contactar con Daniel Aragonés?

 

Puede que la respuesta sea manida y simple: identificación, vi que había más gente de mi planeta en este mundo.

 

Tres libros o autores de fuera y tres de casa.

         

De fuera: Stephen King es el Dickens de nuestros tiempos, yo lo conozco al dedillo y creo que es fundamental; así como Clive Barker, del que se habla más que se lee. Y un valor seguro sobre el que apostar: Jack Ketchum, una auténtica bestia.

    De España a estos dos desde que los descubrí procuro leer todo lo que escriben: Emilio Bueso y Juan de Dios Garduño. Y debo nombrar, lealmente, a Daniel Aragonés como espejo místico de la realidad.

 

¿Te apetece mandarme una foto para enriquecer la entrevista, o mejor pasamos? ¿Quizá una de la portada de tus libros?

 

Jajaja, ya pasé por eso cuando asumí el sagrado cargo de redactor en Dentro Del Monolito, puedo poner la misma foto.

 

¿A quiénes matarías? En caso de que la respuesta sea afirmativa, tres nombres, grupos o etnias completas, pero tres, ¡eh! Jajajajajajaja

 

Es muy probable que de tener conmigo el poder del apocalipsis me cargara a casi todos los cristianos, todos los judíos y todos los islamitas; creo que casi es la única forma de que podamos crear algo bueno: derribar a esos tres dioses patanes, los tres únicos que se declaran únicos.

    Aunque no me lo preguntas te diré que desde que nació mi primer hijo, y siguiendo el consejo de Carl Gustav Jung sobre la necesidad de dioses, en mi casa veneramos a Satán, a Buda y a Odín, así como a unos cuantos dioses más, históricos o literarios (como Cthulhu o Manwé).

 

¿Crees que caes bien a la gente? ¿Qué pretendes, hacerte rico y famoso escribiendo?

 

Por supuesto pretendo hacerme rico, pero es difícil siendo fiel a mí mismo, el mes que más he ganado han sido 38 euros. Y con lo de caer bien a la gente: o se me odia o se me ama, no hay término medio.

 

¿Conocemos al verdadero Franky?

 

Pretendo sacar un libro con mis cuentos, en diciembre tal vez, que llevará por título "Impureza de lo Accesorio", si en algún libro se me puede conocer algo será en ese.

    Pero no, no me conocéis de verdad, como yo no me conozco ni conozco a nadie.

 

Y por último, joder, háblanos de tu obra y, sobre todo, de tu nueva novela. Descríbela, copia aquí la jodida sinopsis, haz lo que quieras.


En cierta manera es una conversación conmigo mismo. Pero sobre todo creo, o me gusta pensar, que mis libros siempre remiten al divertimento, me gustaría que quien coja el Trozo De Carne antes de acostarse, a pesar de saber que tiene cinco putas horas para dormir, al terminar un capítulo piense: venga, uno más. Esto vale para cualquiera de mis libros, claro.

    Bah, la sinopsis no la copio aquí, esto es una conversación informal frente al abismo, que la busquen los interesados, joder.

 

¿Qué pretende tu obra? ¿Te consideras un escritor de sátiras?

 

Me encanta Alphonse Daudet, Voltaire, Apuleyo, Eduardo Mendoza, Quevedo, por supuesto que son sátiras; todo mi armamento conversacional es sátira, cachondeo, mala leche y según me han echado algunos en cara: eruditismo, jajaja.

    Pretendo lo que dije antes: hacerme rico y que la gente se divierta. Para mí sería la ostia saber que alguien me ha releído, o ver un ejemplar de uno de mis libros tan sobado como el culo de un monaguillo el día antes de una misa solemne.

    Por cierto: esta es mi primera entrevista: ¿cómo lo ves?