viernes, 31 de agosto de 2018

Controlando impulsos ridículos




Me levanto de la cama
con ganas de mear
y voy directo al baño.
El chorro cae en el agua
con violencia, salpicando.
El sonido uniforme
produce un efecto hipnótico
en mi desgastado cerebro;
me quedo privado, ausente.
Con la vejiga vacía
decido mirarme en el espejo.
Soy el mismo perdedor de siempre,
un enfermo crónico.
Abro el grifo de la ducha
y espero a que salga caliente.
Hoy no va a ser un día especial,
como ayer, igual que mañana.
La misma mierda de siempre,
idénticas gilipolleces vacías.
Solo tengo que controlar
los impulsos ridículo
y nada irá a peor. 




lunes, 27 de agosto de 2018

Máquina de escribir imaginaria




Las estatuas de forja
retan al astro Sol
desde las cornisas
de Madrid Centro;
arrojan sus lanzas
de acero incandescente
contra los abatidos
y tristes transeúntes.

La urbe está podrida
de pies a cabeza…

Puede que todo esto
no sea más que un falso
escenario de cartón,
una mentira producto
de otra mentira
hija de una tercera
y ancestral mentira.

Somos el fruto
de una máquina
de escribir imaginaria.




sábado, 25 de agosto de 2018

Guerra absurda




Hace calor en el bus,
los chorretones de sudor
caen por mi cuello,
emergen de cada poro.
Parezco un jodido runner
de fin de semana.

El vagón del metro
es una región helada
de la tundra siberiana.
¿De qué va esto?
Quieren conocer a Bateman,
no cabe la menor duda.

Una vez en la calle
descubro que Madrid
amanece fresco.
Una pátina de polvo
de cemento decora
el camino a la celda.
El olor de la capital
es una mezcla de sudor,
dióxido de carbono
y bollería recién hecha.

El ascensor del curro
tiene tres espejos
y una cámara de seguridad
instalada en un rincón
(hedonismo pornográfico
nivel barriada bonobo).
Te miras porque sabes
que algún pervertido
está sentado tras su silla
mientras ojea el monitor
de la sala de control.

Entro en la oficina
y mi compañero (uno de ellos)
tiene la máquina de aire
impulsando a cinco grados.
Le digo que suba la consigna,
tengo frío,
pero pasa de mi culo.
Le digo que menuda
«guerra absurda»
tiene montada a lo tonto.
El tipo me pone ojitos
y sonríe de forma ridícula.
No lo puedo evitar
y grito de forma potente,
soltando toda mi furia.
Subo el termostato sin consultar
y pongo cara de asesino.
Su respuesta es inmediata:
agarra el mando y baja
la consigna de temperatura.
«¡Puta guerra absurda!»,
grito encolerizado.
Mis formas no son las correctas,
así que decido irme.

El mundo es hostil,
pero no puede con mi furia.




jueves, 23 de agosto de 2018

Silencios





Me llama por mi nombre
con el móvil en la mano,
es un compañero
en busca de falsos amigos.
Quiere enseñarme fotos.
Fotos y más fotos.
Palabras mal escritas,
conversaciones inútiles.

Todo parte de la necesidad
de mostrar el abanico
personal de posibilidades.
Una falsedad tras otra
hasta llegar a la plaza
de un jodido pueblo fantasma.




Acción reacción




Me enfrento a un ejército
de cocolisos cabeza-sandía
sin un mísero gramo
de inteligencia útil
al que acudir
en caso de necesidad.

Lo hago sin pensar
en las consecuencias.

Lo hago porque
las batallas cuerpo a cuerpo,
las guerras de guerrilla,
me parecen
el mejor maldito juego
del Universo.

Lo hago porque
de lo contrario
no haría nada,
igual que el resto
de la población.

Lo hago como
quien se masturba
viendo dos moscas
pegadas la una a la otra.

El caos es estar rodeado
de seres incapaces.

martes, 21 de agosto de 2018

Cerdos




Cierro los ojos para no verlos,
pero no es suficiente,
su hedor rompe las barreras
de la perfección
y se cuela en mi mente.

El concepto de lo salvaje
encerrado en dos miradas,
una de ida y otra de vuelta.

¡No corras, Dorothy!
Quédate a mi lado
hasta que no quede
ni un mísero gramo de ti.

¡¿Y tú qué?! Te crees superior
y eres igual que los cerdos,
los que ayer fueron ratas.