domingo, 28 de octubre de 2018

Sargento instructor






Le mete los pulgares en los ojos y no deja de apretar hasta que se hunden por completo. En la sala, algunos alumnos no pueden evitar la repulsión y vomitan sobre sus compañeros. El coro de regurgitaciones se extiende como la pólvora, unos por la brutal escena protagonizada por el sargento instructor A.C., y otros por el asco y el olor ácido de la comida a medio digerir de sus compañeros.
    Los gritos de dolor reverberan por la sala. Se clavan en los oídos de cada uno de los alumnos como si fuesen alfileres al rojo vivo.
    El sargento desencaja los dedos de las cuencas oculares de su víctima y, haciendo uso de su cuchillo reglamentario, le rebana el pescuezo sin miramientos. Sobran los prisioneros en el hangar de instrucción.
    —Sentir pena o asco es algo que no os podéis permitir. —El sargento agarra a la víctima del pelo—. Este individuo, señoras y señores, es un asesino de masas, un pedófilo, un incitador, y forma parte del cuerpo de élite de nuestro enemigo. —Suelta la cabeza con desdén, como si estuviese jugando con un trapo viejo. Todos aprecian cómo exhala su último aliento. Una baba densa y rojiza cae de su boca en un goteo regular. El sargento sigue con la charla—: Nosotros también somos asesinos de masas y pedófilos para ellos. Nuestro enemigo no dudará en hacernos sufrir como a perros sarnosos. —Un golpe sobre la mesa—. ¿Alguna duda? Bien, lo suponía. —Se pausa y hace un barrido completo—. Si alguno de ustedes quiere abandonar el barco, este es el momento.
    Adriana levanta la mano.
    —No quiero seguir, señor.
    —Bien, Adriana, baje usted aquí.
    La joven cadete desciende la grada y se coloca al lado de la mesa del sargento instructor. Se puede apreciar un ligero temblor en sus mofletes. Las rodillas se le doblan.
    —¡Queridos! Esta muchacha es la persona más valiente de la sala, y no lo digo por sus pensamientos, que seguramente los comparta con muchos de ustedes, sino por sus actos. Sí, señoritos y señoritas, ella es ejemplo total y absoluto de soledad por principios. Valentía por ideales.
    El sargento agarra a la joven de la coleta, saca su cuchillo y se lo clava en la barbilla con tanta fuerza que la punta asoma por el cráneo. A.C. continúa como si no hubiese pasado nada.
    —La lección de hoy es muy sencilla: un solo individuo no puede cambiar las cosas, pero es capaz de modificar la conducta del grupo. En circunstancias normales, Adriana hubiese sido eliminada sin que ninguno de ustedes se enterase, lo cual hubiese un error por nuestra parte, ya que no es eso lo que queremos. ¿Por qué? Porque los actos de buena voluntad tranquilizan a la tropa, y nadie quiere ir a la guerra con una cuadrilla de soldados despreocupados y benevolentes. Pensaríais que no pasa nada, que esto es un juego y se puede abandonar sin consecuencias. —Los mira con furia—. El error de mi acción es que ahora podéis uniros, o crear dos bandos, y levantaros contra el alto mando. Eso es lo que pasa cuando se recibe un ataque frontal. Las emociones nos traicionan.
    Se acerca a su escritorio, abre un cajón y agarra su pistola reglamentaria. La manosea mientras camina de un lado a otro de la sala. Parece tranquilo, pero con A.C. nunca se sabe, es un tipo impulsivo, frío y calculador.
    —¿Adriana era débil? No, todo lo contrario. La pena es que las naciones no se levantan con personas del carácter inteligente de vuestra compañera. El grupo de líderes tiene que ser despiadado, a ser posible, psicópatas. —Sin previo aviso, levanta el arma, apunta y dispara. Los sesos de Manu bañan a sus compañeros más cercanos—. Manu leía filosofía, era capaz de pensar de un modo independiente y crítico. Capaz de incitaros y adelantar vuestra muerte de un modo inevitable. Quiero que entendáis que no se trata de algo personal. Mi deber es proteger nuestro núcleo de población.   







   

martes, 16 de octubre de 2018

«La curación», de Miguel Córdoba






Una novela tan mágica como su protagonista, Magie, y el viaje existencial que realiza a través de la historia de Estados Unidos —existen ciertos acontecimientos clave para la comprensión de la obra—. Una mezcla magistral de terror surrealista, realismo mágico y ficción extraña. Atrevida por infinidad de cuestiones, terrorífica, muy emotiva y tierna, y aderezada con una banda sonora que se convierte en un protagonista más, como si de una película se tratase.
    La novela ahonda sin miedo, directa y metafóricamente, a partes iguales, en temas tan controvertidos como la muerte y el renacer espiritual; la soledad a la que nos somete la sociedad de las últimas décadas; el amor, el destino y la diferencia; y el maltrato escolar, existencial y vital que sufren ciertas personas, distintas, olvidadas por un mundo al que le sobran las emociones. Quizás sea esto último lo que define a Magie como un ser especial —o igual no del todo—. Al margen de su hilo negro y la percepción mística que posee, la herida que soporta su alma hace que el aislamiento social sea la única opción, una especie de bálsamo que elimina la parte efímera de la vida.
    Empezamos de la mano de una niña y acabamos corriendo detrás de una mujer que se deja arrastrar por su propio destino. Una luchadora que mantiene su fe intacta durante décadas.
   
Lo bueno que tiene Miguel Córdoba es que deja mucho espacio para la libre interpretación, detalle que define a los grandes autores. Sus trabajos, sobre todo este, están compuestos por decenas de capas. Puedes leer, seguir leyendo, leer más, y transportarte a tu propio mundo gracias a la lectura. Viajas con sus personajes y te conoces a ti mismo, todo en un mismo envoltorio. Te miras a través de una realidad convertida en terror. Surrealismo punzante que llega al alma y la atraviesa como un estoque.
    Bajo mis ojos, y guiado por mi hilo negro, este trabajo ha creado una voz en mi interior, una voz que no deja de repetirme lo mismo una y otra vez: «Si te caes, te levantas. Si mueres, renaces. Olvida las heridas y céntrate en la cura».
   
Reflexión tras la lectura:
    Tenemos que reinventarnos si queremos seguir vivos, no cabe otra posibilidad. Puede que nuestro ciclo esté escrito de antemano, aun así, no importa, tenemos la obligación de seguir las señales por nosotros mismos, aunque sean equívocas y nos alejen de la realidad. Existe una curación, aunque sea dolorosa y nos conduzca a la muerte.  
   
Nada de lo que diga vale la pena, tenéis que leer esta obra maestra.


Sinopsis:

Magie Anderson nació con una característica muy particular: tiene un hilo negro atado al dedo anular de su mano izquierda. Juega a enredarse con él y dibuja siluetas misteriosas sobre la mesa del salón. Con el tiempo descubrirá por qué arrastra ese hilo y la patológica obsesión que hay al otro extremo.

En esta historia de terror surrealista los fantasmas se refugian en tambores de lavadora para no tener que afrontar el desasosiego del Más Allá y Dios es una niña de nueve años que vive dentro de una urna de cristal en una base secreta de Nebraska. Por cierto, lleva meses sufriendo una grave depresión y demostrando preocupantes tendencias suicidas. En el mundo de «La curación» las máscaras son más sinceras que los rostros que ocultan y los pensamientos, cuando son intensos y persistentes, monstruos gigantes hambrientos de odio y soledad.