Me gustaría no tener que
verlo. Hay dos niños jugando a quemar árboles. Y eso no es todo. Un centenar de
profesores, todos en paro, se calientan las manos alrededor de un tocón en
llamas. No hay nada que aprender. Ya está todo dicho, todo hecho, todo acabado.
La esperanza se ha vuelto adicta a la heroína.
Mala Praxis, escondida en el rincón más
oscuro del parque más céntrico y visible, vende cerillas a menores de edad.
¿Ciudades? Guarderías de salvajismo más
bien.
Insisto: me gustaría no tener que verlo.
Hay más gobernantes que personas. No existe
la población mundial. Cada familia está compuesta por números, y cada número
pertenece a una carpeta perdida. Somos el olvido de una nación que solo celebra
logros pasados.
Si tengo que ser sincero, leer a Henry
Miller está abonando mis campos conceptuales —en estos momentos soy el caos,
una partitura en blanco.
No veo el mundo tal y como es, lo veo tal
como es en realidad —y no me jodáis el matiz—. Los artistas plásticos han hecho
un buen trabajo maquillando el vertedero. Ahora mi entorno parece un feo barrio
de la periferia.
Sigo viendo algo que no deseo ver. Cuarenta
niños acaban de pillar cerillas a doña Mala Praxis. Las frases ya no caben. El
desorden crece. Mirar para otro lado se ha convertido en deporte nacional, ¿o
siempre lo fue? Da lo mismo. El fuego se extiende. La ciudad arde. Me gustaría
no tener que verlo porque en realidad todo es metafórico. Un apocalipsis
multicolor que actúa sin ser visto.
Aclaración: en realidad hay un grupo de
elegidos que pueden ver el fuego en su máximo esplendor.
Continúo: la claridad se esfuma igual que
lo hace la inocencia. No hay aprendizaje sin lágrimas. Si observo con
detenimiento, puedo verlas: un ejército de ratas vestidas de militar cubre el decorado
y barniza ciertas ideas retrogradas. Quieren crear una muchedumbre de seres
ignorantes con síndrome de abstinencia.
Pero no pasa nada.
Los niños ya no podrán vivir sin fuego. Eso
es lo importante. A fin de cuentas, la telerrealidad es el circo de nuestros
días.
Crudo...
ResponderEliminarUna lamentable realidad.
EliminarAbrazacos.
Muy bueno.desde todos los flancos artisticos debemos atacar.quizas vaya uno a saber lleguemos a iluminar a quien se anime a pasar a la accion
ResponderEliminarEsa es la intención, al menos.
EliminarMuchas gracias por el comentario.
Saludos.