Son voces
absurdas, ondas ininteligibles y necias. Ellos hablan, son ogros malolientes a
los que he decidido escuchar con precisión y somnolencia.
Es una especie de
aislamiento lo que sufro en silencio. Desde mi posición no veo ninguna rendija
por la que poder asomar la cabeza o salir. La unión no es arreglo, al menos en
este caso concreto.
Los paquetes de
madera echan humo negro tizón, están agrupados y enganchados a una grúa
descomunal. Son introducidos en la bodega del gran barco de acero y hierro
oxidado. Se los llevan de mi lado, se van…
El entorno en el
que me muevo apesta. Odio etiquetarme,
pero soy un jodido renegado atemporal. Ya no creo en revoluciones, voy por
libre. Si es preciso haré uso de ciertas armas, al menos eso creo.
El tiempo
transcurre en aparente calma, pero encima de nuestras cabezas la tormenta crece
y se alimenta. La madera del atracadero espera impaciente la llegada de los
primeros rayos devatadores.
Vuelvo a encontrarme
con las ratas negras, están por todas partes, y me hablan. Vuelvo a pensar lo
mismo, no existe el glorificado vergel. Las ratas son astutas y me conocen muy
bien, saben que morderé el anzuelo, sin embargo, no saben cuándo ni cómo.
Últimamente escribo
sobre folios marcados con el sello de una empresa. Los doblo por la mitad y
escupo palabras sobre las cuatro mitades. Supongo que no es un dato importante
para nadie, pero me da absolutamente igual. Pasaré página.
Cualquier momento
es bueno para dejar atrás las miserias. No importa la índole del problema, solo
hay que olvidar, remar y quemar. No existen los conceptos.
Son demasiadas
palabras, no soy capaz de agruparlas bajo el mismo contexto. El muelle arde, y
a las palabras se las lleva el viento. Intento buscar una botella con un
mensaje, un mapa de remiendos inmediatos, un boleto ganador, un caballo rápido
y ambicioso; intento buscar la solución.
Acoplo mis
posaderas en la roca más alta del acantilado, sonrío y abro una lata de
cerveza. El mar de lava está agitado. Las llamas son descomunales, y avanzan.
El mundo se derrite y aplaude. Observar la hecatombe es algo curioso.
Irreverencias
anuladas
Se me hace extraño no ver más comemtarios en este blog. Debe ser que se reservan para las páginas de casposos de mierda. Es la rehostia. Que sepas que tu obra me parece cojonuda.
ResponderEliminarMe encantan tus escritos, eres un máquina!
ResponderEliminarGracias, MLake, siempre es un placer.
Eliminar